jueves, 31 de enero de 2008

Dos en vida


Sentí cuando Elayne cayó de rodillas y haló mi brazo para frenar el impulso, pero ni me inmuté, me encontraba absorta mirando el cielo. Es que era un privilegio de pocos humanos lo que estaba frente a mis ojos, el universo casi a mi alcance, era como si Mercurio, Júpiter y Venus se pudiesen tocar y en el centro ese hermoso aro resplandeciente.
Oh my God! Gritó mi amiga con la voz quebrada de llanto para sacarme de mi letargo y descubrir que a mí alrededor transcurrían una decena de cosas tan extrañas e impresionantes como el escuadrón de estrellas que tapizaron en ese mismo instante la intemperie para hacer de mí una minúscula alma terrícola.
Se hizo de noche en pleno día, en el Aeropuerto Internacional La Chinita la tarde de ese 26 de febrero de 1998, cuando el alumbrado de la pista se encendió automáticamente permitiendo ver el vuelo de las aves que descontroladas por la apurada e inesperada sombra, comenzaron a zigzaguear y cantar creo que con todas sus fuerzas.
Noté segundos después, que tenía las manos sudadas y una ráfaga sublime de frío me hizo estremecer, efectivamente la temperatura bajó y la tranquilidad y el silencio que lo precedieron tampoco eran normales, una débil atmósfera lunar cubrió a toda Maracaibo y un manto de un vivaz azul oscuro se extendió sobre nuestras cabezas, un hermoso horizonte iluminado que produjo una extraña pero dichosa sensación.
¡Anillo de diamantes! mascullaron desde un grupo de personas que armadas con equipos (telescopios, cámaras fotográficas, etc) se encontraban a mi espalda y seguían con mayor conocimiento el fenómeno sideral, el que para mi ha sido el regalo más hermoso dado por la naturaleza a los hombres.
Siguiendo el dedo índice de estos “expertos” fue cuando me percate que en el suelo de dibujaban serpientes blancas sinuosas que posteriormente, aprendí, se trataba de Bandas de sombra (shadow bands) observadas en superficies blancas y grises, por efecto del paso de los rayos solares a través de capas de aire turbulento en la atmósfera.
Y sin percatarme me vi nuevamente hechizada por el beso del sol y la luna, aguardando la respiración para apuntar con toda nitidez y tino mi mirada sobre la corona brillante y plateada que formaba el astro rey detrás de la luna convertida en un disco negro bordeada por un destello de luz indescriptible, nunca antes ni después vista por mi mortal cerebro. El estado emocional propio y de los que estaban presentes, era una mezcla de júbilo y estupefacción, algunos con marcado nerviosismo, otros como yo, sin poder sobre su organismo para manifestar la emoción.
Durante poco más de un minuto pude observar todo esto con detenimiento sin la intromisión de los filtros que utilizamos para proteger nuestra vista de los rayos solares en pleno seguimiento a la luna roja, protegida y atónita por la lobreguez que el cuerpo celeste brindó a contados habitantes de este planeta.
De inmediato al regreso de la cegadora luz y transcurridos casi diez años de este espectáculo celestial, viví conciente de que no lo volvería a ver en los cumpleaños que me quedan por celebrar en el mundo, tal vez con otro nombre y corazón dentro de unos 200 ó 300 años… hasta que se acercó a mi… sus ojos un símil del cielo marabino de las 2 de la tarde de ese febrero y su sonrisa resplandeció como aro de diamante universal.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola amiguita, me transportaste a ese dia pero en Patanemo al mejor RAVE de mi vida con todo lo que implica estar en uno y mas playero, en donde nos dimos cita un numero impresionante de personas durante mas de 4 dias solo para disfrutar de ese placido momento etereo para asi atesorarlo como se deben atesorar las cosas que suceden, pero fijate como es la vida en ese momento sin saberlo disfrutamos juntos para asi un dia como hoy y por este medio descubriesemos que los dos sentimos cosas que la mayoria del vulgo quizas ni se percato en tratar de entender, todo pasa por algo.......un abrazo un beso y las bendiciones a la niña princesa.

Alejandro Pravia dijo...

Yo no recuerdo ese eclipse :( pero lo relatas muy bonito! me transportas a una hermosura de espectáculo y te felicito por eso!
Dios te bendiga!

Chapellina dijo...

Ese día fue maravillo porque por primera vez era testigo de un evento completamente nuevo para mí. Recuerdo que la gente que me rodeaba estaba igual de emocionada que todos los niños de mi cuadra.

Que alegría he sentido al volver a revivir aquel momento.

Un saludote!

Anónimo dijo...

Yo sí recuerdo el eclipse, aunque no pude verlo como tú, porque ya vivía en Maturín.

No tengo recuerdos bonitos ni trascendentes de ese día, sólo recuerdo que ese día me empecé a dar cuenta de que me estresaba la gente bruta (es un cuento largo).

Love dijo...

Amigaaa! este post si que fue maravilloso a pesar de que yo tan solo tenia 10 años recuerdo el momento, el lugar y todo lo que me rodeaba cuando sucedio el espectáculo, y bueno tiene un sentido muy especial no solo el eclipse sino ese año porque recuerdo que 1998 fue uno de los mejores años de mi niñez :)

Besooss! y Gracias por la teletransportación! jejeje

VERO dijo...

AMICHI! Me saltaron lágrimas de los ojos... primero, por el recuerdo de ese día, en el que la primera imagen se la dediqué a mi padre observando el ecplipse...
Y segundo... porque se a lo que te refieres, y soy feliz por ti...
Un abrazo, Besitos...

Anónimo dijo...

LUNA ROJA...............SOBRE EL MAR NEGRO....a que te recuerda?????.


EXITOS

NeoGabox dijo...

Yo recuerdo ese eclipse...
Tendría como 12 años pero en el colegio nos advirtieron que llevaramos radiografías para ver el eclipse...
Espero que estes bien mi querida Iliana...
Abrazos Eclipsados... :)

Ricardo J. Román dijo...

Epale Iliana, buenísimo tu escrito.

Un abrazo.

Gracias por tu post en mi blog.

Anónimo dijo...

Diosssssssssss amiga, sencillamente maravilloso, si realmente fue un dia inigualable, irrepetible...tambien lo disfrute mucho,
Pero tomando en cuenta tu mensaje... me alegro por ti tienes mas derecho que nadie a vivir y a sentir lo maravilloso de la vida...

Felicidades...

Magglys

Anónimo dijo...

Y tenía que ser en Maracaibo donde justo se viera completo, aca en oriente apenitas lo vimos, pero lo recuerdo igual. Me imresiona como puedes relatarlo tan perfecto despues de tanto tiempo, cuando empece la lectura pense que lo habias visto esta semana y me pregunte: dónde estaba yo que no lo vi? que menza, ya veo que la única caída de la mata no eres tú, jajajajaja

Aleida Mata