domingo, 26 de abril de 2009

Kamikaze

Me rescataste de la soledad, del infierno de mi silencio, de mi pudor, de mi degradación, de mi propio desprecio. Me liberaste de la monotonía, del desaliento, del hastío de mi vida y la llenaste de color, de risas, de calor, de pasión. Me embriagaste con tu fuego, tu ímpetu, tu energía, con esas ganas de recorrer cada día como único en momentos y experiencias. Aun sin amor, solo con voluntad, con un poco de ganas nada más. Y así me convertiste en prisionera, a merced siempre de tu mirada y tu roce, a merced del color; el sabor; la textura, la temperatura de tu piel tostada y de tus ojos de almendras; focos negros; rasgados. Esos mismos que no pude evitar, que como imanes, dulce magnetismo, me sedujeron, los únicos después de mucho tiempo que lograron someterme y levantar mi mirada del suelo. Y así me sentí renovada, viva, despierta, feliz, verdadera, me encontré una vez más, allí en el reflejo de tus ojos y volví a nacer.

Pero no eres una historia de amor, debo reconocer y ver los días de agua por minutos de amor unilateral; miedo, apatía, confusión y me pierdo, esa no es mi identidad, debo salvarme. Mis sueños lo dicen, está cerca el momento de firmar ese adiós. Un vuelo kamikaze a la eternidad...