miércoles, 25 de marzo de 2009

Retahíla a Billy Alberto


Mi niñaprincesa tiene mascota, un cachorro Schnauzer de apenas cuatro meses de nacido y al cual decidió bautizar con el nombre de Billy Alberto Urribarrí… Urribarrí es su apellido… el de su papá… el papá de ella por supuesto… porque ella es su mamá… la mamá del cachorro… y yo la abuela, aunque no me agrade mucho ese adjetivo… prematuro para mi real gusto.
En fin, hago referencia al pequeño animalito, al nuevo miembro y tema central de la familia para sustentar una nueva anécdota de mi primogénita.
Les cuento que me ha resultado bastante grato ayudar a Vero con un proyecto de la escuela, ahora que cursa primer año de educación básica, le asignan tareas por materias y este año la maestra ha reforzado las actividades de enseñanza de escritura y lectura.
La lección consistía en la elaboración de un álbum contentivo de un trabalenguas (que resolvió con las palabras burrito, carreta del señor Carrillo, arrea, carrera y sierra, bastante creativo), dos adivinanzas, dos cuentos y una retahíla, es decir, frases o versos que se recitan o cantan, cuando se juega y van acompañado de movimientos.
Billy como novedad fue el protagonista de la siguiente obra que logró mis caras de ponche número 1, 4 y 6.

RETAHILA
Billy Ton, Billy Ton
Es un perro juguetón
Mueve su cola al llegar (a casa)
Sin que nadie lo pueda parar
Billy Ton, Billy Ton
A la cabeza de mi mamá da dolor
Con sus travesuras y su hocico
A todos los muebles les da un mordisco (es verdad)
Billy Ton Billy Ton
La mascota de mi corazón

P.d. de mamá: Billy Ton, Billy Ton, pórtate bien perro mamón, tragón digo comelón, porque sino te lanzarán por el balcón, sin ninguna contemplación (mentira Billy mi mamá te adora, ella ya te perdonó por haberle destruido los audífonos, dos pares de zapatos, un espejo, una almohada y el recibo de luz de este mes. Lo sé, la conozco bien).




miércoles, 11 de marzo de 2009

El príncipe de los besos de humo

Once upon a time… No tenía capa ni espada y su corcel era plateado, artificial, surreal. El príncipe de su historia era alto, blanco pero no tan perfecto como en los cuentos de hadas, castillos y diademas. Este era un príncipe de verdad, de carne y hueso, pero de materia tan efímera como la de esas historias mágicas. A ella le encantaron sus besos de humo, suaves, eternos, como esas noches que le regalaba y la colmaban de tanto amor, hasta no querer más, al menos hasta un par de días más. A ella la hechizaron sus caricias que no dejaban centímetro al aire, que buscaban los filos de sus caderas para aferrarse a ellas con desesperación, con apetito, con pasión. Su encanto retumbo con eco la última noche sobria y así no pudo desprenderse nunca más de su imagen anhelante a su lado, cabalgando con su lengua su oído, con sus dedos su talle, con su pelvis sus entrañas, pero lo tenía bien dibujado, para nada su alma. Él siempre evito su mirada de pez y ocultó a sus ojos lo que llevaba dentro. Solo la contempló en sus momentos de estupor, de descanso, ella lo percibió entre sueños, sonrió de gusto. Él disimulo sus pensamientos, esos mismos que en libros color naranja son de arrebato, de incontrolable sentimiento, de poderosa ilusión, de necesidad, de clamor intenso, de expresión desgarrante, desde el corazón delator al cese de su búsqueda, al encuentro de su otra mitad …The End