martes, 16 de octubre de 2007

EL “TÉCNICO” QUE ESTIMULÓ MIS DOTES HISTRIÓNICOS

Jueves. Manikita al teléfono, tras 5 repiques:
Voz:
Aló!
Manikita: Buenos días, hablo con el señor Ramírez?
Voz: Ajá, quien habla?
Manikita: Le habla Iliana Contreras, llamo por el aviso en la prensa, es que mi secadora tiene un desperfecto y necesito que venga a revisarla.
Voz: Ajá, peroooo y más o menos como suena?

Mi cara de ponche número 1:
Manikita: Ummmmmmmm? Será algo más o menos así como tucutucutucu!
Voz: Aaaaaaaah, eso debe ser la goma, hay que cambiársela.


Mi cara de ponche número 2:
Manikita:
Ya! y será mañana que usted puede venir a confirmar si es la goma?
Voz: Nooooooo! Mija mañana es día de fiesta, es 12 de octubre!
Manikita: Aaaah ok, es que me confundí, pensé que trabajaba por su cuenta, que empresa es esa?
Voz: No, esto no es ninguna empresa, mi nombre es José Ramírez, yo soy técnico de electrodomésticos.
Manikita: Está muy bien señor Ramírez, pero entonces lo espero el sábado?
Voz: Cónchale! Pero será después del mediodía, porque yo los fines de semana duermo hasta tarde.
Mi cara de ponche número 3:
Manikita: Entonces lo llamo después del mediodía, está bien?
Voz: Ajá, ok.
Manikita: Bueno, gracias, hasta el sábado entonces.

Sábado. Dos intentos de llamada, hasta el cuarto repique.
Voz:
Aló!
Manikita: Señor Ramírez?
Voz: Ajá que pasó?
Manikita: Le habla Iliana Contreras, se acuerda? Me dijo que lo llamara hoy para venir a revisar la secadora.
Voz: Ajá y qué fue lo que me dijo que tiene?


Mi cara de ponche número 4:
Manikita: Usted me dijo que puede ser una goma que tiene que reemplazar.
Voz: Aaaah ok, ya va… (50 años después, era posguerra nuclear y Manikita sobreviviente en bastón, aún al teléfono) …Ajá! Sigue ahí?

Mi cara de ponche número 5:

Manikita: Sí señor Ramírez, le dicto la dirección de mi casa.

Voz: No mija, no voy a poder hoy, es que me acaba de llegar el compadre de Valle Guanape pa ir a la playa. Mejor me llamas entre semana que esté desocupado, de lunes a viernes, pero que no sea mediodía.
Manikita: Ajá! Claro! cuente con mi llamada, pero por casualidad usted no saldrá este lunes de vacaciones?
Voz: No, no, no, de vacaciones? Eso un lujo que se dan muy pocos en este país, yo no puedo dejar de trabajar porque sino no como.
Manikita: Mi cara de ponche número 6:

Definitivamente, esto de la promesa del florecimiento de la clase trabajadora en Venezuela es una utopía. Tendrían que comernos y parirnos nuevamente. Porque es que somos perezosos y de paso, los más envidiosos de toda Latinoamérica, porque eso sí, fiscalizamos que el portugués ya tenga una casa de dos pisos, que el árabe se haya comprado una camionetota último modelo y que el chino, haya abierto dos nuevos negocios este año, pero no contabilizamos las veces que hemos madrugado para rendir el día de faena, o las veces que hemos sacrificado un día feriado para achicar la montaña de trabajo o las veces que hemos laborado horas extras sin refunfuñar toda la semana por tal “explotación”. Tendrían que cambiarnos por una legión de extranjeros o aislar a los que vayan naciendo en un cuarto para resetear la historia cultural y moral.
Después de esto, no me caben dudas de que tenemos un país muy rico, tan rico que existe gente como el pana Ramírez, quien tiene enormes oportunidades de vivir sin preocupaciones financieras, con fines de semanas de relax y la capacidad sobrehumana de detectar cualquier desperfecto vía telefónica. Aaaaaaaaaaah! Y de paso hacer brotar las cualidades que me llevarán al estrellato en Hollywood.




martes, 9 de octubre de 2007

DIVERTIDA ES MI CASA




¡Dios, no puedo con las serdientes, los pedros y los dratones, ahora los saltamontes son Florecientas! ¿Qué Tal?.
Así se lo comuniqué a un buen amigo por mensaje escrito, a lo que él respondió ¡Qué divertido debe ser tener a una Verito en mi casa!
A partir de allí comencé reflexivamente a enumerar los momentos de calma que he tenido junto a mi primogénita y los que por causa de alguna desordenada carcajada, casi pierdo un tornillo.
Resulta que para cochina envidia de todos, bueno…no de todos, pude concluir que son más fieles los días de risa, energía, colores y música que colman mi vida, por muy cabizbaja o iracunda que quiera estar.
Sí, efectivamente mi casa es divertida!
No obstante, para disfrutar de este privilegio en los 5 años que llevo de mamá y para no morir en el intento, he debido tomar algunas medidas de adaptación y ciertas precauciones, que les presto en líneas de este post, aspirando les sea de utilidad para hacer más llevadera la convivencia con actuales y futuras Veritos, Rositas, Marianitas, Anitas, Isabellitas, Barbaritas, Ailincitas, según sea el apellido de mis amigos papás y de los que formarán más adelante una hermosa familia.

1.-La casa debe ser depurada de monstruos y fantasmas. En lo particular boté a todos los que estaban debajo de la cama, detrás de las puertas y otras zonas oscuras para que Verito pudiera dormir. Sólo debe escucharse el movimiento de muebles en el piso de arriba y golpes del viento contra las ventanas.
2.- Evite discusiones bizantinas si el control remoto cambia súbitamente, tras un pestañeo, al canal 22 (Discovery Kids). Vea el lado positivo, se pueden aprender muchas canciones, digo, por si queda desempleado: “Clifort quiere a Emilí, ella le entrega todo su amor”; “Bob construye, podrán hacerlo?”; “Estas en Lazy Town, bienvenidos a este lugar”.
3.- Las cocinas deben estar provistas de cereales redondos; Chesee Whiz, Toddy, gelatina, galletas Reinitas y Oreo, cotufas, jugo de naranja, bananas, duraznos, ovomaltina, leche condensada, compotas ummmmmmmmm, ñom, ñom.
4.- Es probable conseguir pequeñas zapatillas de princesa en el pasillo, baño o debajo de la mesa del comedor. Cuidado! puede ser peligroso, recuerde siempre que el plástico y los pisos se rechazan. También es probable toparse alguna vez con escobas estacionadas en plena puerta luego de haber dado un paseo por el lejano oeste ó la vía láctea.
5.- Debe saber, ¡POR TODOS LOS CIELOS! jugar a las escondidas con lentes de invisibilidad, al médico y paciente, a la maestra y alumnos, a la animadora y la cantante, a la vendedora y el comprador, con tarjeta de debito preferiblemente, para cobrar “meve mil bolos, cheñora! Todo tiene un precio… el mismo.
6.- Es necesario también aprender el vocabulario para comunicarse con la realeza, léase niñaprincesa: adicional a la conocida serdiente, la infanta Verónica utiliza expresiones como pantamento (apartamento); buego (juego); putadora (computadora), velisor (televisor), drojo (el color), drosado (otro color), dovela (novela), distofano (micrófono), adepita (arepa pequeña), cadro (carro), vireocluk (video club); porpresa (sorpresa), entre otras.
7.- Debe entender que la cama no es un simple cuadrado acolchado para dormir o descansar, noooooooooo! sirve para volteretas, saltos mortales con patadas voladoras, pista de aterrizaje, patinaje sobre hielo, trampolín, todo mientras se imitan a los Hi5 de la tele y a Sportacus.
8.- Es importante aprender a bañar, alimentar y hablar con tortugas (o cualquier otro animal), sus nombres en este caso son: Mia y Vicent.
9.- Si no sabe cómo hacerlo, es necesario tomar un curso de dibujo básico de castillos, estrellas, corazones y barbies y sobre la técnica menos tediosa de sacaaaaaaaaaaaaaar punta a los lápices de colores.
10.- Se sugiere ubicar en zonas estratégicas todo cosmético o producto, que pueda embellecer más el rostro, las paredes y el piso del cuarto de la niñaprincesa.
Nota: Por una módica cuota de simpatía, los adultos pueden tener acceso a la espectacular colección de películas VIP: Los Increíbles, Monster INC, Pollito, Shrek 1 y 2, Madagascar, La Era de Hielo. Hasta 20 funciones por cada una.


Este es un compendio de solo 10 de las recomendaciones más importantes y aunque no siempre tengan un tinte tan entretenido, y mi rostro destelle en sus momentos algún blanco susto, verde disgusto o morado dolor, no cambiaría nada de lo vivido y de lo que me queda por vivir junto a este único e irrepetible amor.
Verito es amor noble, magnánimo, inmutable, es el amor que me regala besos de energía para que me levante de la cama cuando la pereza me esposa; es el amor que pone sus manos en mi mejilla para llenarme de calma cuando el tráfico matutino está a punto de provocarme un sincope cardíaco; es el amor que genera ternura y orgullo cuando se concentra para amarrar los cordones de sus zapatos, o ayudarme a tender la cama, o hacer “adepitas”. El amor que con “sana, sana colita de rana” me alivia el dolor de cabeza; y que tiene deditos de esponjas para secar mis lágrimas más amargas; el amor que me pone curitas en la nariz para que la alergia me deje dormir en las noches, el amor que me abraza con la excusa de protegerse de la lluvia en pleno verano y el que me ha dicho “te amo” en cada rincón de la casa cuando menos lo he esperado. Díganme ustedes, cómo no cubrir las nimias exigencias de “vuestra majestad”?



jueves, 4 de octubre de 2007

STEREOSEXUAL, PUES!

Ninguna se podrá resistir con esta barba de dos días, es que esto las mata… es inevitable para ellas… por muy modernas y civilizadas que presuman ser, no pueden renunciar a los rasgos más caníbales del sexo masculino. Es cultura, es genética, instinto animal, de preservación, de reproducción, no sé, algo que las impulsa a buscar al más fuerte, al más macho. Claro!, bañadito, perfumado, musculoso, inteligente, expresivo, sensible …pero preferiblemente que tenga “alguito” desaliñado. Y yo, tengo mi barbita, así que galán, a la carrrrrrrrrrrga!

Y así salió Carlos, con su ego por la estratosfera, seguro de que esa noche la iba a pasar muy bien, conquistando cual muchachita se acercara a su perímetro, a menos de 5 pasos a la redonda. Pero es que tenía las maneras de conjeturar el logro de su objetivo, Carlos era un atraco, como decían las amigas de su hermana Vicky antes de que se graduara y viviera en casa de sus padres. Era delgado pero de musculatura definida, espalda ancha, de tez levemente tostada, ojos grandes y negros que aclaraban la piel de su rostro, labios gruesos y encarnados y un cabello que encuadraba su maxilar y cubría parte de su nuca. De paso había hecho un esfuerzo por invertir en un guardarropa poco modesto, bien etiquetado, un closet que por cierto combinaba con una habitación sencilla, económica, pero decorada con buen gusto y equipada para pasar horas, relajado y contento.

Carlos llegó a un sitio de carácter más bien reservado, evitó la disco de moda y los cafés fashion de la ciudad, pues su intensión no eran las relaciones públicas, ni hacer contacto con la sociedad. Su plan era pasar una noche desenfrenada, sin compromisos, de excesos como hace mucho no la pasaba, porque además Lorena, su novia, era muy celosa y exigente. Ella estaba en el extranjero de viaje con su familia.

Llego al lugar por referencia de un amigo. Buena música, buenos tragos, buenas mujeres, como se lo garantizó “Gusi”, el pana. Entró y como era costumbre sintió la ola de miradas y risitas que iba dejando a su camino hacia un puff amarillo ubicado en un rincón junto a otros asientos y un cubo negro iluminado por velas que hacía las veces de mesa. Pasaron menos de diez minutos, para que las más osadas féminas se acercaran a él, con la tosca excusa de haberlo confundido con alguien conocido. ¡Que falta de creatividad mi Dios –pensó severo- no importa no las quiero para hacer manualidades, además no están ni tan mal. Lánzate pues! Así comenzó el juego de seducción que había repasado mentalmente frente al espejo con cuerpos sin caras, más o menos, como los que estaban frente a él, de los que prometió se olvidaría la mañana siguiente. Con cada roce al descuido o acercamiento “fortuito” se renovaba la ronda de tragos para poner el ambiente más a tono y así entre baile y baile, entre vaso y vaso, entre whisky y ron, la cosa se pasó de caliente. Lo último que recuerda es haberse metido bajo un chorro de tequila que caía desde la barra a las bocas que hacían el trencito de “oye mi cachita, tengo una rumbita, pa que tu la bailes como bailo yo, muchacha bonita, mi linda cachita…”

Durmió hasta mitad del día, cuando su rodilla halló una pierna a su lado derecho de la cama. Trató de parar un poco las vueltas que daba su cabeza, producto de la resaca, para recordar algo de lo que pudo haber transcurrido antes de las últimas 12 horas de sueño. No pudo, no había memoria. Se levantó repelido por el olor de cigarrillo que impregnaba el cuarto y que inhalaron las sábanas aún húmedas de la última función. Se levantó, dio la vuelta y el horror lo paralizó, sintió nauseas, corrió al baño a vomitar. Regresó al cuarto aún absorto en las incoherentes imágenes que venían a su mente tratando de rememorar lo sucedido después del letal baile rumbero. Pasó sus dedos por sus ojos cual limpiaparabrisas para quitar la neblina de legañas y divisó con mayor precisión el cuerpo que boca abajo y cubierto, reposaba inerte sobre su colchón. Veía una espalda ancha, cabellos cortos y camisa de rayas.

Diosssssssssssssssssssss mío, que hice? –y explotó en desesperación. Mierda! me tiré a un tipo, coño y si fue él, el que me cogió. ¿Y si pasé la talanquera? no pana, yo no vuelvo a tomar como anoche, que va, si se me cae “el neceser” frente a los panas, me tendré que ir del planeta. No me duele el culo, pero el tipo no se ve tampoco tan grande, ¿me habrá gustado la broma? Bueno, en la actualidad ya eso no es tan grave, de hecho todos conocemos algún bisexual u homosexual que es amigo, familia, vecino y viven sus vidas felices, yo los veo siempre echando broma, saliendo de fiestas y de compra. Esa vida es de pinga, además no tienen que estar compitiendo con cualquier pendejo que se acerca y te dice, chamo mira mi nueva camioneta, este teléfono te comunica con los marcianos ó Epa pana! tengo levantada dos nenitas en la oficina desde que me ascendieron, te picho una? en fin, que me critiquen todo lo que quieran, total ellos todos tienen sus defectos, además Pedro conoce a un tal Daniel@, Juan@ es el psicólogo de Alberto, Miguel es muy amigo de Juli@, siempre hablamos de eso, siempre hemos estado rodeados de capirotes y nadie critica nada, porque a mi si tendrían que criticarme? Sería otro del montón. Tampoco los veo preocupados porque la cuaima les pidió dinero para hacer mercado o para comprarles juguete a los hijos, los gay se gastan todo lo que ganan en ellos. ¿Pero como le digo a Lorena que metí un payaso en el circo? Me odiará toda la vida, pero bueno esto no estaba en mis planes. La familia tendrá que entenderme, no seré el primer hijo o hermano o sobrino que se declara gay. Stereosexual pues, en el mundo somos muchos en esta condición, los mejores diseñadores de moda, cantantes de trayectoria, decoradores, empresarios, reos, periodistas, médicos, artistas, deportistas, actores y hasta vaqueros no? yo vi Brokeback Mountain…

Estaba ensimismado en sus argumentos cuando despertó quien lo había puesto en la mayor encrucijada de su vida. De cuello joven volteó su rostro fino para sonreírle a Carlos y atinarle un pícaro guiño como gesto de complicidad por la buena jornada de ese casi acabado sábado. Carlos dio unos pasos para acercarse a la cama y fue cuando distinguió un par de pezones rosados que apuntaban de frente, más voluminosos de lo que esperaba. Haló la sábana y dejó despojado un pálido y firme cuerpo de mujer. Sintió rabia, humillación, contrariedad, la tipa de pelo corto cambió todos sus planes, desbarató sus nuevas ilusiones de una vida más plena, más libre, más feliz.

Vete de aquí saboteadora, yo soy maricón! -y le abrió la puerta a la mujer que llevaba en el vientre su último hálito de hombría.

lunes, 1 de octubre de 2007

SOÑÉ MI MUERTE


Al principio era el pasillo de un hotel de la época de los 50, no sé, en su decoración destacaba el exceso de alfombras de tonos oscuros en pisos y paredes, pero repentinamente era el corredor de una escuela, un High School más bien, de estas instituciones gringas con suelos pulidos, techos muy iluminados y lockers a cada lado.
Habíamos cuatro personas, frente a mi un hombre muy atractivo, caucásico, de labios carnosos, provocativos, rosados como los del mexicano Gael García, lo acompañaba una mujer de la que no puedo dar detalles de su rostro, su cabello era color negro, largo, ondulado, vestía algo amarillo y jugaba en sus manos con un vaso corto de vidrio, con 2 o 4 pitillos que batían una bebida blanca, cremosa y una chupeta de sabor a piña, y así como el corredor, de pronto era un vaso plástico que contenía jugo de piña, el cual mezcló con jugo de fresa que salió de la nada. Recuerdo con mayor avidez el sabor de cada cosa, el agridulce de la golosina y la acuosidad del zumo de piña-fresa, salivando mientras ella sostuvo por un rato el sorbo para provocar o burlarse de mi apetencia.
Detrás de mi, tumbado en una silla de madera estaba otro hombre, buen mozo pero no tan bello como el primero, era muy joven, tenía guardacamisa blanca y el cabello engominado, yo estaba sobre él, sentada en sus piernas muy cerca de sus rodillas. Él sostenía mi cabello en una cola enrollada en su puño izquierdo, halada hacia arriba levantando los poros de mi sien, del lado derecho sostenía un revolver plateado, de frío y fuerte metal que besaba mi nuca. Recuerdo que inicialmente me gustó la sensación de su jugueteo con el arma en mi espalda, erizó mi piel recorriendo con firmeza mi columna vertebral, el roce del metal frío en los laterales de mi cuello, su respiración golpeando mi mejilla, su nariz en mi oreja y la lánguida caricia de su lengua en mi lóbulo derecho. Por un instante todo el ambiente fue húmedo, calido, relajado.
Pero sin justificación, sin cambio en su gesto o en su ojos, empezó a hablar, a expulsar por la garganta sus carencias, sus parquedades, a reclamar la cruel y triste historia de su vida, de su vida sin padre, rodeado por la miseria y la envidia, su envidia hacia miles, del rencor que guardó por muchos años a sus siempre compañeros de escuela, a los jóvenes del barrio donde vivía, siempre deseando, nunca alcanzando. Siempre jugando con juguetes ajenos, siempre vistiendo lo que otros habían estrenado, siempre velando, siempre anhelando un respiro para algo mejor, nunca hubo fortuna para algo mejor. Fueron 24 años de pobreza, 24 años de sacrificios de su infeliz madre, 24 años soñando con que las cosas mejorarían. Esa noche, en ese pasillo, allí estaba igual de pobre que toda la vida, con 24 años sin medio en el bolsillo, con la rabia que lo mataba y mordía su corazón, tanto como el hambre mordió su estómago por muchos días. Habló de eso y de todo, lloraba, lloraba y afincaba el arma contra mí, la volvía a alejar y ambos reposaban en mi dorso, como miedosos niños.
Bruscamente reía y el misil apuntaba nuevamente mi cabeza, filoso y helado en dirección a mi cerebro, que de antesala inducía la sensación punzante de agujas de hielo enterradas en mi nuca. Las arterias se congelaron, dolieron las piernas, en témpano se transformó el estómago, era el saludo del pánico. Pero el entumecimiento se concentraba en la nuca, estaba tan rígida que no podía siquiera temblar el terror, era la hora, el olor, el preámbulo a la muerte, sólo escuchaba en derredor mis últimas y agitadas bocanadas de aire, los últimos latidos que golpeaban mi cabeza.
Era una simple carnada, la víctima, un cadáver con sesos esparcidos, la obra de la descarga de su ira, de su rabia contra el mundo, el regazo para la detonación y liberación de ese hombre. Allí estaba, esperando sólo eso, esperando nada, rogándole a Dios porque no me hiciera esperar más, rogando al silencio que todo acabara, que disparara, que me quitara ese dolor que sentía en el cuello, el frío que taladraba mi cuerpo, sólo esperaba… cuando me desmayé.

Abrí mis ojos, estaba en mi cuarto acostada del lado derecho de la cama sobre mi brazo derecho, mi cabeza sobre la almohada como siempre, como todas las noches, sólo el sonido del aire acondicionado y la luz de la mañana intrusa traspasando las persianas. Respiré profundo, todo era un sueño y el dolor punzante en la nuca que duró por lo menos media hora luego de despertar.