lunes, 10 de septiembre de 2007

MEMORIAS DE UN SUEÑO


El movimiento de las palmeras y el oleaje saludaban el clima de ese día en la isla, soleado pero fresco, hasta a propósito parecía para que Jesús viera finalmente cumplir su sueño de toda la vida.
Allí en las mil veces imaginada ciudad de los habanos, montado en el segundo escalón de la tarima temblaba de la ansiedad de recordar –a estos años con mayor dificultad- cada una de las palabras preparadas en el transcurso de su existencia para exclamarlas este gran día. Ya a sólo un par de metros Jesús no daba pie a su alegría y le resultaba imposible controlar su desquiciada sonrisa y las galopantes pulsaciones de su corazón.
Encorvado por una carga de 88 años de trabajo a su espalda y haciendo un esfuerzo para que sus pupilas enfocaran con la mayor nitidez aquel rostro, el “viejo yeyé” como lo llamaban afectuosamente sus cinco hijas, extendía -como en sus fantasías- su mano a “la representación de la revolución en el mundo, al socialismo encarnado, al único hombre que por mantenidos años demostró su irreverencia ante el imperialismo yanqui que pisotea a la tierra y a sus habitantes, al que ha rescatado en la actual época los ideales marxista, leninistas”… y en su elucubración fue cuando sus dedos toparon con la pantorrilla de Flor, su esposa, quien le hablaba de pie a un lado del sitio que escogió para descansar al menos un par de horas.
“Jesús parate….qué vamos a hacer?...los muchachos tienen hambre”, le dijo en susurros.
Sus pantalones enlodados casi en su totalidad le hicieron caer en cuenta que había pasado la noche, junto a su familia, en una choza abandonada cerca de Las Mesas, en el estado Táchira, para guarecerse del sereno y la Seguridad Nacional que lo perseguía por instigador, por traidor a la patria, por hacer público su descontento al régimen de gobierno llevado por un presidente que “lo único que quiere es su propio beneficio, no quiere al pueblo y está encompinchado con los Estados Unidos para vender a Venezuela”.
“Si esta bien –le decía Flor- pero hasta donde vais a llegar con esto?
“Hasta cortarle las patas al águila, como hizo Fidel Castro en Cuba, para que no nos coma como carroñas”, decía una y mil veces.

La mil y una vez que lo dijo –supongo- ya contaba con mis dedos 7 años de edad. Lo recuerdo rodeado de amigos en la sala de la casa en Maracaibo, entonando canciones de Alí Primera…”eeeeeeeen los techooooooos de cartóoooooon…hija ahora si me voy, estos amigos me van a ayudar a hacer el viaje a Cuba pa conocer a Fidel… Flor, atendémelos bien, prepará un cafesito”.
Y a las mil 200 veces me lo dijo mientras atormentaba a mamá desde el cuarto escuchando trova hasta el hastío. “Te molesta mi amoooor, mi amor de humanidaaaad…” emitía infinitamente Silvio Rodríguez desde el pequeño reproductor con televisor que tenía mi papá junto a la cama, melodía que por cierto tarareaba con mayor entusiasmo, imagino para debatir el descontento de mi madre ante tal invasión sónica. Era un verdadero episodio.

Continuará…

1 comentario:

Luzmar Isabel dijo...

No lo dejes así ami... espero la continuación... me atrapó!!!